DISCURSOS SOBRE CULTURA EN EL DEBATE PÚBLICO
En Perú, comúnmente, cuando hablamos de cultura aterrizamos en un conjunto de prácticas y productos de ocio y entretenimiento. Al mismo tiempo, reconocemos que aquel conjunto tiene como protagonista principal a una persona productora o intérprete, sea especializada en un rubro expresivo o legitimada por canales institucionales (la televisión, el libro o la prensa escrita, el escenario). En muchos casos estas personas son identificadas como “artista”, y reconocidas en el momento de la exposición pública de su imagen, producto o servicio, estableciendo en un mismo “paquete” esos tres elementos (imagen pública del artista-producto-servicio).
En algunos casos, cuando el “paquete” goza de baja legitimidad institucional y alta exposición mediática, la valoración que se tiene de él radica en su capacidad para lograr elevados índices de consumo. Para ello se definen estrategias de publicidad, marketing y circulación dentro de un mercado que pretende ser masivo (medios de comunicación, eventos públicos, redes sociales, piratería, etc.).
En casos de alta legitimidad institucional y baja exposición mediática, la valoración del “paquete” se sostiene en la exclusividad de su consumo. Es decir, mientras más restricciones de índole económica y/o cultural existan para su consumo, dicha exclusividad se expresará en valor agregado. En estos casos también se activan estrategias de publicidad y marketing pero en una lógica focalizada y dirigida (galerías, tiendas, librerías y cines independientes, etc.).
Ambos paquetes coinciden en que son consumidos durante un tiempo-no-productivo, no-laboral, y en un país como el nuestro donde la jornada laboral de ocho horas es una entelequia, no existe tiempo de calidad para disfrutar con plenitud de ese supuesto ámbito de ocio y entretenimiento. Además esos paquetes, más allá de la contemplación estética, no son considerados útiles, prácticos, concretos. Ello refuerza la percepción de la “cultura” como un tema de interés de gente con tiempo y con recursos para saber apreciarla o practicarla. No obstante, los rezagos de una idea elitizada de “alta cultura” operan en el sentido común para expresar una alta valoración de "La Cultura", la cual se va desvaneciendo a la hora de prioridades en el interés público.
Entonces la aparición de “lo cultural” en el debate público peruano tiene fronteras limitantes marcadas por sus dinámicas de consumo y su carácter de mercancía (prácticas y productos de ocio y entretenimiento), un sesgo en sus interlocutores (artistas, intérpretes) y una valoración personal y social secundaria. La imagen de la cultura como "modos de vida y convivencia" se vuelve invisible. Más aún la importancia de contar con derechos culturales a través de políticas públicas en cultura. Esas son “cosas de artistas”, interesantes pero claramente prescindibles. Se consolida así la cultura como una “cosa” que tenemos o no tenemos, es decir como un conjunto de objetos y prácticas ajenas a la mayoría, un interés de minorías especializadas.
Esto ocurre al mismo tiempo que la UNESCO y el Ministerio de Cultura del Perú consideran a la cultura como el cuarto pilar del desarrollo sostenible. De ahí que muchos líderes de opinión de diversas tendencias políticas en este escenario electoral estén preocupados en la relación entre cultura y desarrollo, la mayoría de las veces apuntalando el argumento de sus bondades para un “crecimiento económico diversificado” en un “mundo globalizado” que promueve la “interculturalidad” (conceptos que terminan de tener realidad en las políticas orientadas al sector turismo). Sin embargo, ambos discursos de la cultura (aquella que la subestima y aquella que la sobrestima) resultan asombrosamente complementarios.
En un sistema mundial regido por el capitalismo la cultura ya juega un rol importante en el proceso de diversificación de mercados y mercancías para la acumulación de capital, lo cual le ha permitido insertarse de manera privilegiada en las lógicas de financiarización - y respectiva terciarización – de la economía capitalista globalizada. A decir de Fredric Jameson: “… la frenética urgencia de la economía por producir nuevas oleadas de bienes de apariencia cada vez más novedosa (desde ropa hasta aviones), con facturaciones en constante crecimiento, asigna hoy una posición y una función estructural cada vez más relevante a la innovación y la experimentación estética.” (1)
En el modelo neoliberal peruano de las últimas tres décadas es evidente que la cultura no tiene aún esa “posición y función estructural”, en la medida que aún somos económicamente primario-exportadores y que los circuitos culturales apenas están siendo explotados a mayor escala en su potencial económico (a modo de industrias creativas). Sin embargo, también tenemos un sector terciario (de servicios) con un peso importante en nuestra economía lo cual rebota, por ejemplo, en el porcentaje de empleo cultural (en Perú del 2007 el 3.3% de empleos era creados por el sector cultural, cifra mayor a otros sectores tradicionales) y también en la precariedad laboral de dichos empleos.
Así la funcionalidad del discurso de la cultura en las lógicas “masivo-exclusivo” y “cuarto-pilar-del-desarrollo” requieren dos cosas: 1) que la cultura sea un medio eficiente para reforzar las lógicas de consumo; y 2) que la vivencia de las experiencias culturales se dé a través de individuos consumistas, orientados por valores de competencia, proactividad e innovación. Adicionalmente se requieren mercantilizar las identidades al ritmo de obsolescencias programadas, anulando un sentido de secuencia de vida, tanto personal como histórica. Todo ello debilita el principal potencial de la cultura en la actualidad, a decir de Gisela Cánepa: “La cultura ya no es solo el medio a través del cual se expresa o constituye la diferencia, sino que se convierte en un recurso para la acción…” (2)
Este es el punto de partida desde el cual pretendo dar algunas observaciones sobre los trabajadores culturales en el neoliberalismo en Perú actual (CONTINUARÁ).
CITAS:
(1) JAMESON, Fredric. Posmodernismo, la lógica cultural del capitalismo avanzado. Buenos Aires. La Marca Editora, 2012.
(2) CÁNEPA, Gisela y ULFE María Eugenia. Mirando la esfera pública desde la cultura en el Perú. Lima, CONCYTEC, 2006.