En nuestra vida cotidiana la cultura y la política son percibidas como agua y aceite. La primera es vista como el campo del consenso, aquello que nos unen. La segunda se asume como un nido de intereses particulares, aquello que nos fragmenta. Este supuesto quiebre expresa la privatización de la política, y su consiguiente naturalización de las desigualdades sociales, en desmedro de los avances democráticos del siglo XX. Así se fundamenta el programa neoliberal, haciendo que la relación entre cultura y política sea funcional a la acumulación capitalista y a la gobernabilidad estatal para facilitar condiciones al mercado capitalista internacional. En este artículo haré un bosquejo sobre dicha relación en el neoliberalismo.
(La gráfica es de Lici Ramírez)
- Neoliberalismo, cultura y hegemonía
La privatización de la política y la instrumentalización de la cultura son dos caras del neoliberalismo, un programa intelectual y político que se originó desde los años treinta del siglo pasado y que actualmente ostenta una hegemonía a nivel mundial. El sociólogo Fernando Escalante ha resaltado los siguientes elementos de dicho programa :
• Transformación y fortalecimiento del Estado para apuntalar, proteger y expandir la lógica e intereses de los principales agentes del mercado.
• El mercado, mediante el sistema de precios, es el principal mecanismo para saber qué quieren los consumidores y la competencia permite ajustar precios automáticamente, garantizar el mejor uso de los recursos y promover la organización ética de la vida de las personas.
• “La superioridad técnica, moral, lógica, de lo privado sobre lo público (…) casi por definición propenso a la corrupción”.
Hablamos de un programa intelectual con consecuencias institucionales, políticas y económicas. Actúa como una configuración sociocultural, en palabras de Alejandro Grimson, dando forma y sentido a la imaginación social en un momento histórico determinado: “… el neoliberalismo incidió (e incide) en los modos en que el mundo es narrado, en los sentidos adjudicados al pasado y al futuro, en las características de los proyectos intelectuales, las prácticas de la vida cotidiana, la percepción y el uso del espacio, los modos de identificación y acción política” .
Por ejemplo, en América Latina, gobiernos neoliberales lograron consolidar consensos sociales (en la opinión pública y a nivel electoral), constituyendo un proyecto hegemónico cultural, persistente en el tiempo, y que está de regreso hoy, luego del ciclo de gobiernos progresistas latinoamericanos. Grimson indica que, incluso cuando hubo resistencia de movimientos sociales ante la instalación del neoliberalismo en países de la región, varias de estas luchas se encontraban dentro de los marcos establecidos por la propia hegemonía cultural del neoliberalismo, dificultando así la construcción de una activa imaginación política más allá de sus fronteras.
Bajo este programa y configuración sociocultural la política queda vaciada de contenido, el conflicto se niega como elemento fundamental de la democracia y es reemplazado por la lógica administrativa y tecnocrática de la política. Gobernar deviene en gestionar, gerenciar, administrar. Esta es la clave del perfil autoritario del neoliberalismo.
- Posmodernismo y multiculturalismo
Así el programa neoliberal posicionó el posmodernismo como su enfoque cultural: universalizando el fin de los metarrelatos y celebrando la fragmentación de las luchas sociales e identidades para ser expresadas en agendas focalizadas con abdicación a la disputa del control estatal. Si bien la crítica posmoderna fue una certera crítica a la modernidad occidental, la ambigüedad y cinismo de sus corrientes internas terminaron siendo funcionales a la recomposición cultural del capitalismo luego del fin de la Guerra Fría. Según Fredric Jameson, el posmodernismo “es el consumo de la pura mercantilización como proceso”.
El multiculturalismo (o política de la identidad) es producto de ello. Según Víctor Vich: “Los postmodernos relativizan tanto la realidad social que, al final, aquella termina por convertirse casi en algo intocable: todo es igual, todo está bien y todos debemos ser iguales en nuestra diferencia. Zizek (2001) subraya que este tipo de multiculturalismo (…) reprime hablar de universalidad y de economía...”. Sin embargo, en contraposición, otras fuentes críticas a ese posmodernismo celebratorio han impulsado el enfoque intercultural, entre ellos la crítica poscolonial y subalternidad, estudios culturales, performatividad, etc.
- Cultura y política en el neoliberalismo a la peruana
Desde las dos últimas décadas del siglo XX, el Perú enfrentó un desgarrador conflicto armado interno, una corrupta dictadura cívico-militar y la imposición de la receta completa del Consenso de Washington. Dolorosas circunstancias que, entre otras consecuencias, cambiaron los parámetros nacionales de la relación entre cultura y política. La cultura quedaría relegada en su potencial económico (con excepciones importantes como el turismo y ciertas industrias creativas) y en lo político sería un factor vital para fortalecer la ascendente hegemonía neoliberal desde la transición democrática hasta el Baguazo (grieta de dicha hegemonía a nivel simbólico y de escala nacional) y para posicionar la “gobernabilidad democrática” sobre la base de la “resolución de conflictos”.
En el programa neoliberal peruano de las últimas décadas es evidente que la cultura no tiene un rol estratégico en la economía nacional. Seguimos siendo una economía principalmente primario-exportadora. Los grupos de poder aún ven con distancia el potencial económico de la cultura (quizá por ello aún no han promovido políticas un plan nacional de acción cultural macro desde el Estado). No obstante, existe un sector terciario (de servicios) con un peso importante en nuestra economía que repercute en el porcentaje de empleo cultural (en el 2007 el 3.3% de empleos fueron creados por el sector cultura, cifra mayor a otros sectores tradicionales como el sector pesquero), sin variar la tenaz precariedad laboral de dichos empleos .
La transición de la dictadura fujimorista a la democracia del nuevo siglo permitió recuperar instituciones democráticas pero mantuvo la Constitución Política de 1993 (de cuño neoliberal) y el modelo económico primario-exportador (con algunos avances en el proceso de diversificación productiva pero sin ninguna convicción por el ordenamiento territorial). Los grupos de poder, decantados políticamente en agentes del lobbysmo trasnacional y mafias cercanas a un populismo de derecha, lograron con éxito neutralizar a sectores mayoritarios de la sociedad peruana para la construcción de alternativas políticas. A cambio les brindaron una nueva interpretación de la vida en sociedad: el individualismo de sobrevivencia, también conocido como “emprendedurismo”, el famoso “tú eres tu propia empresa”. Esta ideología cala en un momento-país de innegable peso demográfico de jóvenes laboralmente precarios y cuya principal herramienta para acceder a su ciudadanía es el consumo. Los símbolos y narrativas de los “emprendedores” atravesaron instituciones educativas, best-sellers de autoayuda, películas, proyectos políticos, entre otros, como un paliativo a la pérdida de derechos sociales y a la persistencia de los índices de desigualdad a pesar del flamante crecimiento económico.
- Consecuencias del neoliberalismo a la peruana
Sobre el escenario descrito resalto algunas consecuencias de interés en el debate sobre cultura, política y hegemonía neoliberal en Perú del siglo XXI, asumiendo que es tarea imprescindible ahondar con mayor profundidad en cada uno de estos puntos:
• El debate político institucional empezó a girar sobre el concepto de “gobernabilidad”, reduciendo la democracia a un diálogo afónico entre gente con intereses contrapuestos y usos desiguales del poder. Del mismo modo se quiere genera una imagen de la cultura separada de la política con el fin de convertirla en dócil instrumento de la hegemonía neoliberal. En tal sentido los neoliberales necesitan “invertir” en cultura por ser una forma eficaz de universalizar su programa en la sociedad, a pesar de no responder a los intereses de las mayorías.
• Se fortaleció el “emprendedurismo” como ideología que cimentó la flexibilidad laboral en la misma época en que los movimientos de trabajadores entraron en un largo repliegue, con grandes dificultades para disputar desde su identidad la hegemonía cultural en la sociedad peruana hasta la actualidad.
• Al mismo tiempo la cultura ha empezado a ser valorada por la tecnocracia estatal como un “instrumento” para resolver las consecuencias sociales del neoliberalismo (precariedad laboral, desintegración social, inseguridad, etc.). Este carácter instrumental de la cultura en el programa neoliberal, unido a la idea del consumo como principal canal para ejercer ciudadanía, ha traído como resultado la mercantilización de las identidades (un ejemplo: la Marca Perú de PROMPERÚ) y la exotización de nuestras culturas en mercados internacionales para generar valor agregado a productos y servicios de índole cultural.
• Atravesamos un proceso de institucionalización de la cultura con los siguientes hitos: la creación del Ministerio de Cultura y el desarrollo de programas de especialización profesional para la tecnocracia del sector cultura, principalmente en universidades privadas. Sin embargo, dicho proceso refleja aún una concepción de cultura que prioriza los objetos artísticos por encima de los modos de vivir y relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza, expresa la debilidad política del sector a nivel ministerial (es el ministerio con menor presupuesto) y replica el centralismo (no existe lineamientos políticos de carácter nacional ni una estrategia efectiva de trabajo articulado con gobiernos regionales y locales, siendo estos últimos el eslabón más débil de la cadena). Ello deriva en un mayor posicionamiento de las iniciativas privadas en cultura.
• Finalmente, y porque no todo es negativo, desde las últimas décadas del siglo XX se empezaron a gestar proyectos culturales alternativos que, intuitivamente, buscan interpelar activamente la hegemonía neoliberal y sus alianzas con el colonialismo y el patriarcado. Desde la cultura viva comunitaria, hasta los artivismos, pasando por la militancia y/o apoyo a movimientos sociales y partidos progresistas, plataformas de comunicación alternativa y educación popular, entre otros; mostrando nuevos lenguajes y caminos de emancipación y (también) viejas limitaciones defensivas y autorreferenciales. Queda pendiente profundizar el debate sobre la tensión entre la lógica de fortalecimiento de comunidades de identidades compactas, autonomistas, y la lógica de articulación social para la consolidación de nuevas hegemonías a escala local y global.
- Bibliografía
ESCALANTE Gonzalbo, Fernando. Historia mínima del neoliberalismo. Lima, La Siniestra Ensayos, 2016.
GRIMSON, Alejandro (compilador). Cultura y neoliberalismo. Buenos Aires, CLACSO, 2007.
JAMESON, Fredric. Posmodernismo: la lógica del capitalismo avanzado. Buenos Aires, La Marca Editora, 2012.
MINISTERIO DE CULTURA PERÚ, UNESCO. 22 Indicadores de Cultura para el Desarrollo – Resumen analítico Perú. Lima, 2015.
PROGRAMA DEMOCRACIA Y TRANSFORMACIÓN GLOBAL. Culturas en América Latina y el Perú: luchas, estudios críticos y experiencias. Lima, PDTG, 2008.