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AMAUTA: DE LA CRISIS AL FLORECIMIENTO

Publicado: 2019-08-19


Asumir que estamos en una honda crisis en el Perú implica, en primer lugar, asumir que se están trenzando dos ríos caudalosos.

Por un lado, el río turbio de la corrupción de un sistema político, económico y cultural, capitaneado en su pulso por un modelo de vida profundamente individualista basado en el consumo infinito, depredador y caótico, cuyos resultados los sufrimos ya en una escala global, atentando no solo contra la diversidad cultural y nuestros derechos sino contra los bienes comunes y los derechos ambientales de las siguientes generaciones. Todos los ex presidentes presos, los hermanitos de los Cuellos Blancos, la Confiep y sus compadrazgos transnacionales, Con Mis Hijos No Te Metas y la mayoría del Congreso, entre otros, navegan por ese cauce. El otro caudal proviene de ecos arraigados en fuentes más vitales y es recorrido por la potencia chirriante de nuestros carnavales, la gastronomía como estación final de la sudorosa alegría de la Pachamama y el campesinado peruano, la fuerza de nuestras maravillas deportivas que han brillado en la Copa América y en los Panamericanos, así como la convicción de mujeres organizadas, trabajadores, emprendedores, estudiantes y muchos más.

Trenza de ríos, la crisis actual, que no solo se expresa en las instituciones (llámese Congreso, Palacio de Gobierno, Ministerio de Economía y Finanzas, Poder Judicial) y que rebasa las consignas de los sectores organizados de la sociedad. Crisis que está sacudiendo los principales símbolos de lo que entendemos por nación e identidad peruana. Así la banda presidencial pasó de ser la faja de la máxima autoridad republicana a denominar, en su más sincera interpretación, una organización criminal de carácter presidencial. La bandera rojiblanca, usada solo para eventos protocolares del calendario cívico, retomó su sentido integrador al flamear en marchas ciudadanas y eventos deportivos. Los carnavales ayacuchanos, las coplas cajamarquinas y la guerrilla de Paucartambo, solo por poner algunos ejemplos, también afilaron sus sátiras contra los poderosos y corruptos en el corazón mismo de la fiesta popular. Una crisis no es una crisis hasta que no tiemblan los símbolos del poder, esos símbolos que le dan sentido y legitimidad a los intereses de los dominantes. He aquí un punto crucial para creadores, comunicadores y todos aquellos productores y productoras de símbolos.

No obstante, como la historia peruana ya nos ha enseñado, ninguna crisis se supera a favor de los pueblos solamente sumándose a la indignación. De poco sirven los profetas del apocalipsis que derraman demagogia para esconder su incapacidad de actuar colectiva y efectivamente en un escenario concreto. Hay que decidir sobre cuál de los dos ríos haremos canotaje. Debemos aprovechar esta crisis de símbolos para posicionar esas otras narrativas populares, emancipadoras y diversas, sin nostalgias ni fantasías, en el campo de disputa simbólica que serán las celebraciones del Bicentenario de la Independencia. Para ello hacen falta quienes estén dispuestos a forjar un espíritu afirmativo y un proyecto político que lo intensifique y extienda. El adelanto de elecciones debe ser un espacio para conjugar espíritu y proyecto.

No es casual (no debería serlo) que esta crisis coincida con la inauguración de la exposición “Redes de vanguardia. Amauta y América Latina 1926-1930”, dedicada a ese tremendo sismo político y cultural que significó la Revista Amauta, impulsada hace casi un siglo por José Carlos Mariátegui. Este es un fértil ejemplo de diálogo entre las fuerzas culturales y políticas más renovadoras del país y nuestras raíces indoamericanas. Con espíritu zorro, Mariátegui logró construir a partir de dichos caudales un proyecto que resuena hasta la actualidad. Precisamos retomar esa convicción creativa no solamente para una salida democrática y popular de la crisis actual, sino para afirmar ese río caudaloso y festivo que merece ser gobierno porque ya es poder.

Guillermo Valdizán Guerrero


Escrito por

Guillermo Valdizán Guerrero

Precario aprendiz de brujo, celebrante, guamanpomista y a veces bellamarquino.


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ALIASPERU

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración (Oliverio Girondo).