ya acabó su novela

POR UNA POLÍTICA DE LOS AFECTOS

Publicado: 2020-01-23

El neoliberalismo es una forma de gobierno que se sostiene en dos premisas: 1) asume que la sociedad se mueve como si fuera una empresa, exacerbando la idea de la acumulación y la competencia; 2) ejerce una política de los afectos que potencia al individuo consumista como el escalón final de la libertad humana. Cuando los umbrales materiales o políticos de tolerancia a la desigualdad que genera este régimen son desbordados entonces se activan también sus componentes militares, represivos y mediáticos que inciden en el quiebre de lazos sociales, vulneran los cuerpos y estigmatizan a quienes tienen posiciones críticas o abiertamente disidentes. Todo ello en aras de una experiencia inmediata de libertad que busca domesticar las conductas y prácticas. A decir de Spinoza: “luchamos por nuestra servidumbre como si de nuestra libertad se tratara”. Sobre dichas premisas el neoliberalismo logra sostener un esquema de reproducción social favorable a sus intereses.

Frente a ello el problema que tenemos quienes estamos de la otra orilla es construir estrategias de confrontación basadas solamente en sus consecuencias económicas y no las causas que sostienen su política de afectos. Esta debilidad ha sido capitalizada por los sectores filo fascistas que han logrado articular el consentimiento hacia el modelo económico con ciertos refugios sociales ante la desigualdad, el caos y la incertidumbre que produce dicho sistema. De aquí surge una radicalización de su política de afectos en la que el individualismo es reemplazado, o complementado, con una imagen monolítica de la familia, las tradiciones, la sexualidad, etc. El vértigo de las redes sociales se acopla a este escenario generando una velocidad que difícilmente permite macerar subjetividades y prácticas colectivas basadas en horizontes menos inmediatistas. Estas son las condiciones generalizadas a las que nos enfrentamos y lo peor que podemos hacer es negar que existen (lo que nos llevaría al atrincheramiento en nuestras novedosas posiciones e identidades, o a la nostalgia de las viejas fórmulas que distorsionan el análisis concreto de la realidad concreta).

La aún incipiente construcción de un horizonte civilizatorio que supere la modernidad capitalista tiene ya su expresión en propuestas como el Buen Vivir, no obstante esta construcción es un proceso de largo plazo que nos urge atender con intensidad desde ya. Pero en los fueros del presente es más que necesario desplegar estrategias sensibles que construyan otra política de los afectos, basada en el ejercicio práctico de la diversidad cultural, las apuestas por estados plurinacionales y pluriculturales, el feminismo y las disidencias sexuales, la reconciliación entre seres humanos y Madre Tierra, las prácticas colaborativas de producción a nivel local, la comunicación alternativa y popular, el desarrollo de relatos y saberes descolonizadores, etc. Evidentemente esta disputa cultural debe articularse directamente con las disputas por un modelo económico más justo, por otras formas de representación y ejercicio de la participación política, entre otros puntos. A estas alturas es una obligación desarrollar estas políticas de los afectos en contraposición a las que actualmente está realizando los principales agentes neoliberales a nivel global, nacional y local.

Afortunadamente en los últimos años se están logrando avances en esta dirección. Gran parte de la virulencia de los grupos hiper-conservadores y filo-fascistas se explica por los significativos pasos dados en la afirmación de las diversidades en el campo de las políticas estatales. Pero también en los últimos años se están consolidando prácticas, articulaciones, símbolos y sensibilidades que son cimiento fructífero para esta otra política de los afectos. Por dar un ejemplo reciente, en estas elecciones congresales 2020, surgidas en pleno escenario de crisis de régimen, han surgido ciertas candidaturas que, de manera menos textual y más performativa, están renovando símbolos en la militancia, sensibilidades en el debate público y propuestas a nivel programático en una escala nacional. Gahela Cari, candidata trans indígena, e Isabel Cortez, sindicalista de los servicios municipales de limpieza, ambas postulantes al Congreso con el N° 8 y 20 de #JuntosPorElPerú respectivamente, son dos símbolos que abren una potencia a seguir consolidando en la construcción de una política de los afectos desde los sectores excluidos, precarizados, discriminados y explotados. Así como ellas, la buena noticia es que ya existen muchas más expresiones encarnadas de diversidad cultural, sexual, descolonizadora, ecológica y de lucha contra el capitalismo en el Perú de la segunda década del siglo XXI.

Guillermo Valdizán Guerrero


Escrito por

Guillermo Valdizán Guerrero

Precario aprendiz de brujo, celebrante, guamanpomista y a veces bellamarquino.


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ALIASPERU

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración (Oliverio Girondo).