ya acabó su novela

RUNRUN POR LA CONSTITUYENTE

Publicado: 2022-08-10

Volvía de carrear todo el día. Esta vez terminó toda su bolsa de caramelos y rimas de hip hop. Su cansancio subía solo por las escaleras de su cerro en Alisos de Amauta, en Ate, mientras sus tripas se comían entre sí, esperando llegar a su casa, allá en lo más alto, donde el sol quema más fuerte y la luna enamora más rápido. Ocurre que a punto de llegar RunRun pisa una cáscara de mandarina y se cae patrás, rodando hacia abajo por toda la escalera ¡Pam Pum Pom Pim! Hasta plantarse en la falda del cerro. Pobre zorrito, quiñado por donde se le mire. Ahí nomás fue a su rescate Gina, la Gallina, una vecina ponedora. “Vaya volantines que te has mandado, RunRun ¿Estás bien?”. “Si sobreviví al carreo de hoy sin almorzar, un par de golpes no me dan ni cosquillas”, respondió mientras se sobaba.

Ahí nomás RunRun se percató que Gina parecía árbol de yunza. De ella no solo colgaban listones coloridos y collares de frutas, sino que tenía todas las plumas enharinadas. “Y tú… te has escapado de la olla del caldo”. “No, pues. Es que hoy estamos celebrando Santiago. De todas las zonas han venido. Las bandas están mano a mano ahorita en mi casa”. “Con razón, yo pensé que era temblor”, rumoreó RunRun. “Nuestro zapateo es más bravo que los terremotos. Tú bien sabes que cuando el pueblo baila hasta los palacios tiritan. Y más ahora que estamos en tiempos de cambio”. Un viento travieso, de esos que andan de cerro en cerro, atravesó la conversación, despeinando pelos, plumas y palabras. A su paso revoloteó los cordeles con ropa tendida.

“¿Qué tiempos, qué cambio son esos?, ¿Inkarri, Pachakuti o el tipo de cambio del dólar?”. “Claro RunRun, la flora y la fauna se está arremolinando. Vuelta vamos juntándonos para conversar lo hondo y concordar cómo pechar la crisis actual desde nuestras comunidades. Aunque no se vea desde las alturas, aquí abajo estamos tejiendo una solidaridad fértil para lograr cambios profundos”. Rascándose su cabeza zorronca, RunRun levantaba una ceja antes de responder: “A ver, a ver. Si estás hablando de política, yo veo un Presidente que tiró sus promesas al agua y se llenó de pirañas, arrinconado por las fauces de un Congreso que huele a podrido, llenecito de tiburones. En esa pichanga entre pirañas y tiburones andan empates y sin muchas ganas de desempatar ¿Dónde está el cambio?”.

Gina se acerca con una sonrisa leve y le coloca el collar frutado a RunRun “Es que ahí no está el cambio. Esos poderes le han dado la espalda al poder más grande de todos, al pueblo. Y tú lo sabes. Entonces, necesitamos encontrarnos con nuestra propia fuerza, con el permiso de nuestros Apus y la ternura del agua que recorre nuestra lucha por la vida. Son tiempos constituyentes, aunque lo nieguen los poderosos, en el fondo les da miedo reconocerlo. Un pasito para vivir felices es cambiar la actual Constitución que nos sigue manteniendo en la miseria”. Entonces RunRun entendió cómo era la vaina. “Sí, sí, sí, de acuerdo contigo. Ya no queremos más esta Constitución de la dictadura que solo beneficia a las billeteras gordas y a los vendepatrias, que permite la depredación de nuestra Pachita, que no reconoce a los pueblos originarios y que no garantiza nuestros derecho a vivir dignamente. Pero ¿cómo vamos a cambiarla?”. “Ahhh, pues te cuento que en Asamblea Vecinal hemos decidido que todas nuestras festividades del año serán Asambleas Constituyentes. ¡Por cada canción una razón! ¡Por cada bebida una salida! ¡Por cada fiesta una propuesta! Así hasta lograr cambiar la actual Constitución y hacer otra que asegure una buena vida para el planeta y para las siguientes generaciones”. Estaban tan contentos que hasta se le olvidó a RunRun el hambre, la cáscara de mandarina y los estropicios de su caída.

Ambos se abrazaron fuerte pero poquito porque RunRun se acordó que no había comido y bueno... Gina era su amiga, pero ante todo era una suculenta gallina. Juntos se fueron a la fiesta de Santiago para agradecer a la Pachita por su generosa fertilidad y al pueblo por su arduo trabajo y revoltosa sabiduría en los tiempos de cambio. Al entrar bailando al local comunal se encontraron con el vecindario entero. Perros, gatos, cuyes, patos, gallinas, palomas zapateando como se debe. Así todos los colores, todos los olores, todos los sonidos adornaban el local. Y al fondo un cartel inmenso que decía: “Vamos por una Asamblea Constituyente Popular, Paritaria y Plurinacional”. Y abajo, en un cartel más chiquito, una caligrafía primariosa exigía: “¡Todo el poder para el corralón!”.



Escrito por

Guillermo Valdizán Guerrero

Precario aprendiz de brujo, celebrante, guamanpomista y a veces bellamarquino.


Publicado en

ALIASPERU

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración (Oliverio Girondo).